“Papá, no avanzás porque no entendés.
No interpretás lo que está pasando”, le explica al investigador su hijo.
“¿Qué creés que significa dinamita?”, continúa, mientras muestra un emoji en la pantalla de su celular.
“No sé”, responde el policía encargado de esclarecer un crimen atroz, que tiene como principal acusado a un chico de 13 años.
Tal vez ese sea el diálogo más revelador de Adolescencia, la serie que entró en los hogares con una fuerza brutal para evidenciar que el abismo generacional puede resultar dramático.
No se trata de que padres e hijos miran el mundo de forma diferente.
Habitan mundos distintos..